Monta tu home studio desde cero: tratamiento acústico (10 de 10)
La creencia general es que si se tienen buenos instrumentos, así como micrófonos, convertidores y monitores de calidad, se obtendrá un buen sonido. Y eso es verdad, pero solo hasta cierto punto. Naturalmente, contar con buenas herramientas, y saber usarlas correctamente, es la mejor manera de producir música con buena calidad, pero hay un factor bastante determinante al que pocas veces se le presta atención durante los primeros meses (o años) de creación musical: la acústica de la sala.
La importancia del tratamiento acústico
La acústica de la sala en la que se trabaja es tal vez el elemento más determinante a la hora de grabar, procesar y mezclar audio. Y al mismo tiempo es el elemento sobre el que menos control se tiene la mayor parte de las veces. La física es implacable, y lo cierto es que, a menos de que te montes un estudio a medida con una acústica impecable, cosa que sabemos que no va a pasar, tenemos el espacio que tenemos, y los pisos y casas en los que solemos vivir no se han diseñado para ser buenos estudios de producción musical, lógicamente.
Pero eso no cambia el hecho de que el sonido es un fenómeno que involucra la propagación de ondas mecánicas a través del aire (y otros medios) que rebotan contra las superficies que van encontrando, creando así nuevas reflexiones que seguirán propagándose por el espacio e interferirán con las nuevas ondas con las que se vayan cruzando. Dichas interferencias alterarán el sonido en sí mismo, creando enmascaramientos y repuntes de frecuencias que dificultarán la monitorización fiel del audio con el que trabajamos. Y aunque pueda parecer que su incidencia no es tan grande, podéis creerme cuando os digo que sí que lo es.
La mejor forma de evitar este problema es diseñar y construir una sala lo más perfecta posible desde el punto de vista acústico, pero esta solución es extremadamente cara y se queda fuera del alcance de la mayoría. Lo que no quiere decir que no se puedan hacer algunas cosas para tratar de mejorar en la medida de lo posible la acústica de una sala menos adecuada. Ahí es donde entran en acción opciones como el tratamiento acústico y la corrección activa de salas, que sin ser soluciones tan ideales como tener una sala hecha a medida, pueden llegar a mejorar las condiciones de trabajo de forma considerable.
Posicionamiento del escritorio y los monitores
Antes de llenar las paredes de paneles absorbentes y de difusores con aspecto futurista, lo primero que hay que hacer, si se puede, es situar la zona de trabajo en el lugar más adecuado que nos permita nuestra sala. En un mundo ideal, esta tarea se hace tras realizar ciertos cálculos matemáticos y mediciones con micrófonos especializados, pero teniendo en cuenta que llevas poco en esto, lo más normal es que no tengas ni el material adecuado ni presupuesto para contratar a alguien que lo haga por ti. Pero no te preocupes, porque a continuación vamos a darte algunas directrices que te permitirán optimizar tu sala hasta cierto punto, lo que siempre será mejor que no hacer nada.
La teoría dice que lo ideal es que, en un espacio rectangular, situemos la zona de escucha en el centro de una de las paredes cortas, dejando las paredes largas a nuestros lados. Pero teorías aparte, lo cierto es que lo mejor es que hagas todas las pruebas que puedas hasta encontrar ese punto ideal de escucha. Para ello, vete moviendo tu escritorio y tus monitores por diferentes lugares, tratando siempre de respetar lo más posible la simetría y la equidistancia entre los monitores y sus respectivas paredes laterales, aunque como es lógico, sabemos que esto no siempre es posible, ya que el primer home studio suele instalarse en habitaciones que cumplen varios propósitos, como dormitorios o salas de estar.
Una vez has situado el escritorio en el lugar más idóneo que has podido, es el momento de colocar los monitores correctamente. Lo mejor sería contar con soportes dedicados, independientes del escritorio, pero no siempre se dispone del espacio que requieren, así que es muy habitual colocarlos directamente en la mesa. Lo importante, más allá de dónde los coloques, es que los sitúes de forma que el tweeter (el altavoz de agudos) quede a la altura de tus ojos y tus oídos, así que es posible que necesites unos soportes de sobremesa, en caso de que tu escritorio no tenga un segundo nivel de trabajo. Por otro lado, es altamente recomendable añadir algún tipo de elemento aislante entre los monitores y la mesa o los soportes, y generalmente se utiliza espuma de alta densidad o sistemas más sofisticados como soportes especializados de marcas como IsoAcoustics.
Además, y esto es importante, lo ideal es que los coloques dibujando un triángulo equilátero imaginario entre los monitores y tu posición de escucha, haciendo que el vértice que coincide contigo converja un poco más atrás de tus oídos. Si eres capaz de situar los monitores en un punto de la sala mínimamente adecuado, lo más equidistantes que puedas de las paredes, a la altura correcta y dibujando ese triángulo equilátero imaginario, ya tendrás mucho ganado en lo que acústica se refiere. Adicionalmente, aunque esto depende de los monitores que tengas, y concretamente de dónde se sitúe su salida de graves, suele ser recomendable dejar al menos medio metro entre la parte de atrás de los altavoces y la pared más cercana. Algunos modelos requieren incluso más (al menos 1 metro), pero otros pueden colocarse más cerca gracias a que su salida de graves es frontal, y a que llevan opciones de ecualización integradas.
Tipos de tratamiento acústico
Ahora que ya has colocado el escritorio de la mejor forma que has podido, toca hablar del tratamiento acústico y de los tipos que puedes encontrar en el mercado:
- Paneles y materiales absorbentes: la primera opción (que no la única) a la hora de mitigar reflexiones sonoras suele ser tratar de absorberlas. Algo relativamente sencillo con sonidos de frecuencias altas, que se complica bastante más a medida que bajamos en el espectro de frecuencias. Cuanto más grave es un sonido, más amplia será la frecuencia de onda que dibuje y más grosor deberá tener el material absorbente que utilices para tratar de anularla, llegando a ser virtualmente imposible cuando bajamos por debajo de los 120 Hz, especialmente en salas pequeñas.
- Difusores: la otra opción para tratar de domar las reflexiones indeseadas en un espacio son los difusores, que en lugar de absorber frecuencias, lo que hacen es redistribuirlas de una forma concreta que «romperá» la ruta previsible de las frecuencias, evitando que se generen modos y problemas de redundacia sonora, y que añadirán cierta energía y dinamismo a la escucha. Por lo general, las salas bien acondicionadas acústicamente combinan elementos absorbentes y difusores, que se deben colocar de una forma concreta y precisa para que sean lo más efectivos posible.
Cómo distribuir el tratamiento acústico
No hay una sola forma de sonorizar una habitación, y no todas las habitaciones son iguales. Además cada fabricante tiene sus propias recomendaciones sobre cuánto material acústico colocar y cómo distribuirlo en una sala, pero lo cierto es que hay algunos patrones que se repiten en muchas situaciones. Lo primero que has de saber es que el posicionamiento del tratamiento acústico no es un capricho, todo tiene un porqué y una razón de ser, y si tu idea es comprarte una docena de espumas baratas por AliExpress y ponerlas donde más bonitas queden, ya te digo yo ahora que eso muy probablemente no te vaya a aportar nada, y que incluso pueda ser hasta contraproducente para la acústica de tu sala.
Dicho esto, vamos a ver algunas directrices básicas, y no demasiado caras, que pueden ser un buen punto de partida, pero siempre puedes investigar más y pedir ayuda extra en la tienda en la que compres el material, e incluso a los fabricantes, que suelen ser muy diligentes a la hora de ayudar a sus usuarios. Por lo general cuentan con kits de tratamiento acústico muy completos pensados para salas de diferentes tamaños y usos, además suelen guías y tutoriales detallados para tratar acústicamente una sala de forma efectiva.
Paneles absorbentes detrás de la pantalla del ordenador y los monitores
Es uno de los puntos críticos a la hora de sonorizar una sala. La pared que queda frente a ti, y detrás de la pantalla del ordenador y los monitores, te devolverá una gran cantidad de reflexiones, así que es altamente recomendable colocar paneles absorbentes que cubran un buen porcentaje de dicha pared. La cantidad exacta dependerá de las dimensiones de tu sala.
Paneles absorbentes (o difusores) para las reflexiones primarias
Las reflexiones primarias son, como su nombre indica, las primeras reflexiones que te devolverán las paredes laterales, el techo y tu mesa de trabajo. Las de la mesa se suelen mitigar simplemente situando los monitores a cierta altura (como te hemos dicho antes), pero las de las paredes y el techo son otra historia. En esas posiciones, lo ideal es que coloques otra dosis de paneles absorbentes, aunque algunos optan por poner difusores en el techo. Existen muchas guías y vídeos en internet para saber dónde colocarlos de forma adecuada, pero el esquema que te dejamos a continuación te pueden servir como referencia inicial.
Paneles absorbentes (o difusores) en la pared trasera
La pared que queda a tu espalda también es un punto de reflexiones, aunque su intensidad dependerá del tamaño de tu sala. En salas grandes, su retorno será débil o casi inexistente. Igualmente, es recomendable poner también algo de material absorbente o difusores en esa posición. Una vez más, puedes guiarte por el esquema que tienes más arriba.
Trampas de graves en las esquinas
Las frecuencias graves pueden ser muy problemáticas en lo que a acústica se refiere. Si no se controlan, pueden generar «bolas» de graves y modos propios que enturbiarán considerablemente el sonido en tu sala. Los paneles para frecuencias graves (que se suelen conocer como «trampas») son más gruesos y voluminosos, y por lo general ayudan a controlar las frecuencias a partir de los 80 Hz (por debajo es complicado, y hacen falta soluciones más sofisticadas y caras). Lo habitual en una instalación básica es colocar dos trampas de graves en cada esquina, aunque lo fundamental es que cubras las esquinas frontales.
Suelo y ventanas
El sonido se propaga en todas las direcciones, y eso incluye el suelo como posible foco de inflexiones. Para reducirlas, puedes poner una alfombra bajo la zona de trabajo, y eso te ayudará a apagar las frecuencias más agudas. Por otro lado, el sonido no rebota igual en todas las superficies. Las paredes más porosas, las estanterías con libros, los sofás y otros objetos mullidos pueden ser buenos aliados en tu estudio a la hora de mejorar la acústica de tu sala. Por contra, las superficies lisas y brillantes como los cristales de las ventanas son puntos calientes que pueden hacerte la vida un poco más difícil.
Para evitar esas reflexiones y resonancias indeseadas, puedes cubrir las ventanas con cortinas de cierto peso y densidad, e incluso venden cortinas acústicas diseñadas para ayudarte a atrapar frecuencias de forma más efectiva. Una cortina más fina no será igual de eficaz, pero pueden ser útiles para apagar un poco las frecuencias más altas. Eso sí, cuando las cuelgues asegúrate de que se hagan pliegues (que no queden completamente lisas), porque cada onda en la cortina será una pequeña resistencia más para el sonido.
Sistemas de corrección activa de salas
En los últimos años, el mercado del audio profesional ha visto nacer una nueva categoría de productos que también te pueden ayudar a la hora de mejorar la acústica de tu estudio. Son los sistemas de corrección activa, y lo que hacen es corregir mediante ecualización los problemas acústicos de tu sala. Para ello, se realizan unas mediciones con un micrófono de calibración que suele ir incluido en el paquete, y según las lecturas realizadas, un software calculará curvas de ecualización que equilibrarán, al menos parcialmente, las carencias y los excesos de frecuencias que se den en tu espacio de trabajo.
Algunos de estos sistemas, como Sonarworks SoundID, incluyen un plugin que deberás colocar en la pista Master de tu DAW (o en un bus de mezcla). Otros, como el IK Multimedia ARC, trabajan con algún tipo de hardware externo que se encarga de realizar el proceso de forma independiente a tu ordenador. Este tipo de soluciones tampoco son mágicas, y solo son realmente recomendables en salas que ya tengan un mínimo de tratamiento acústico.
Y hasta aquí llega el artículo de hoy y este especial sobre cómo montar un home studio desde cero. Esperamos que te haya sido de utilidad, y que al menos te sirva como punto de partida a la hora de iniciar tu aventura musical. Mucha suerte.
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