Por qué las pantallas FRFR no son para mí (pero podrían serlo para ti)
La pantalla FRFR parece el compañero inseparable del multiefectos, pero, ¿es imprescindible?
Uno de los mercados que hasta hace relativamente poco apenas existía, pero ahora despierta un enorme interés en internet, es el de las pantallas FRFR. Tanto si te encantan, como si no tienes ni idea de lo que son, aquí están las razones por las que no los uso, pero también aquellas por las que podrías usarlo tú.
Las pantallas FRFR (Full Range Flat Response) son altavoces amplificados para poder tocar la guitarra. Hasta aquí la descripción es la misma que haríamos de un amplificador combo de guitarra, pero lo que los distingue es que están diseñados para ser usados junto a un multiefectos digital. En el mundo del mercado de instrumentos, se nos presentan en la publicidad como el complemento perfecto, y han tenido un especial boom en los últimos 6 o 7 años.



¿Qué es una pantalla FRFR?
Profundizando más, un ampli de guitarra de toda la vida está pensado para que podamos conectar la guitarra directamente, ya que el ampli se encarga de «darle sonido de guitarra» y de amplificarlo. La pantalla FRFR, en cambio, no espera recibir la señal de la guitarra directa, sino aquella que ha pasado antes por una pedalera multiefectos con emulación de amplis, ya que por sí sola, es muy neutra. Idealmente, no otorga carácter alguno (insisto en lo de «idealmente»).
Además, su altavoz es capaz de reproducir por igual (¡idealmente!) todas las frecuencias de la banda audible — de ahí lo de Full Range Flat Response. Esto es necesario, puesto que ha de ser capaz de reproducir la amplísima variedad de sonidos que producen los multiefectos y no desvirtuarlo en la medida de lo posible.
Esto es otro punto que la diferencia de forma importante a un ampli tradicional, que utiliza un altavoz que tiene una curva deliberadamente desigual según las frecuencias, y que se elige para mejorar y potenciar el sonido que sale del amplificador concreto con el que se empareja. A diferencia de una FRFR, el altavoz de guitarra tradicional tiene un rol muy activo en el resultado del sonido final, lejos de ser un simple reproductor del mismo.



¿Por qué iba a preferirlo a un ampli tradicional?
Bueno, el ampli tradicional sabemos que suena muy bien, pero solo suena de una manera, y pesa mucho. Llevar un multiefectos conectado a línea nos permite tener incontables sonidos, y es muy ligero porque podemos ir sin ampli, escuchándonos simplemente por los monitores de la sala (luego explico más sobre qué es eso de los monitores, en el siguiente párrafo). El problema es que cada sala puede tener unos monitores muy diferentes, y eso nos puede causar algo de inseguridad, ya que cada día podemos sonar un poco distintos según donde se toque.

Ahí es donde entran en acción las pantallas FRFR: un altavoz conocido, diseñado para multiefectos, y que podemos llevarnos a cada bolo. Pero, ¿y el peso? Sí, es menor que el de un ampli tradicional. Así que, a grandes rasgos, las FRFR nos ahorra peso, pero además nos permite escuchar los multiefectos en un mayor grado de fidelidad, ya que no colorean tanto como un ampli tradicional.
Y ese es el secreto de su éxito (al menos en términos de publicidad). Line 6, Headrush, Laney, Friedman y hasta los gigantes de Fender y EVH tienen su propia línea de pantallas FRFR para acompañar a multiefectos que, a menudo, esas mismas marcas fabrican. La gente se compra las pedaleras y, claro, luego quieren algo para amplificarlas. Esa es la lógica.
¿Son algo nuevo o no?
A decir verdad, algunas de las pantallas FRFR del mercado se venden como tal, pero son un monitor de escenario de toda la vida.
Un monitor de escenario es un altavoz, a veces autoamplificado, o a veces no, que está orientado hacia los músicos durante un concierto. Para un músico es difícil escuchar con claridad lo que está interpretando si usa únicamente los mismos altavoces que están enfocados hacia el público. Por eso, el monitor o monitores tienen como misión que los músicos se escuchen entre ellos.
Lo que suena por ellos suele ser algo parecido a lo que oye el público, pero puede presentar variaciones — por ejemplo, es común que los intérpretes pidan algo más de volumen de su propio instrumento para poder interpretar mejor.
Algunas marcas simplemente se han limitado a «rebautizar» algunos de estos productos: después de todo, muchos monitores normales son altavoces full range de 12″ con una etapa de potencia de amplificación a transistores, y es justamente lo que normalmente encontraríamos en muchas pantallas FRFR.



Otros han querido ser más ambiciosos y realmente crear un producto con alguna prestación distintiva para guitarristas: Line 6 y sus Powercabs fueron los primeros en hacer una pantalla FRFR que emulaba por sí sola modelos de altavoces famosos, amén de presentar otras muchas funciones especiales. El mismo camino aproximado, pero en precios más económicos, siguió Harley Benton con su gama de pantallas FRFR. Algo a lo que sacar provecho si usamos pedaleras sin emulación de altavoz propia.







En un término medio están las FRFR de Laney, EVH o Fender, que son básicamente un altavoz (o más altavoces) Full Range, y también con la esperable etapa a transistores, pero esta vez con una estética totalmente igual a la de una pantalla de altavoces de guitarra, en vez de recurrir al formato de plástico negro en forma de cuña que delata los monitores de escenario de siempre.

Algunas marcas como Atomic Amps o Tech 21 fueron pioneras, ofreciendo productos de esta clase casi desde el nacimiento del Line 6 POD (el primer emulador realmente masivo en ventas), pero la mayoría se han unido a la tendencia después del éxito de Kemper, Helix, Axe-Fx y sus derivados posteriores.
Así pues, son un producto nuevo en cuanto al interés que las marcas han puesto en venderlo como tal, y en cuanto al esfuerzo que han puesto algunas de ellas en realmente convertirlo en algo nuevo añadiéndole novedades.

¿Pero un monitor de escenario no es FRFR… o sí?
Podría decirse que aquí comienzan mis críticas al producto, y es que eso «FRFR» es cierto, pero con reservas.
Es verdad que el diseño apunta a que la respuesta sea completa y plana, pero esos conceptos se ven afectados por tantas variables (peso del producto, forma, material y su resonancia) que al final, casi se convierte en un decir. Si realmente todas estas pantallas FRFR cumpliesen ese objetivo ideal de amplificar sin colorear, todas sonarían exactas entre sí gracias a su transparencia, y ya os podéis imaginar que eso no ocurre. El auténtico FRFR tiene más que ver más con una idea de laboratorio, con altavoces altamente eficientes, y en salas anecoicas. O estudios de grabación de presupuestos salvajes.

Ya que el panorama es ese, no deberíamos descartar un monitor de escenario autoamplificado «normal» como posible compra, aunque no lo publiciten con las siglas mágicas «FRFR» (a menudo también lo son, aunque no le den tanto bombo y platillo). Especialmente si los comparamos y, al final, nos acaba gustando más.





Por qué las FRFR no son para mí
Ahora que ya os he puesto en situación, y ya estáis en condiciones de entender lo que me circula por la cabeza, es el momento de atacar el enunciado del artículo.
Las pantallas FRFR no son para mí por varias razones, siendo la principal que yo me pasé a lo digital para ir a las actuaciones por mi ciudad con la guitarra en la espalda y una bolsa en la mano. Es verdad que una FRFR no pesa tanto como un ampli, pero igualmente ya me obliga a pensar en coche cuando yo quería pensar en metro. O hasta bicicleta (no os riaís, he ido a algunos bolos en bici). Recoger en menos de 15 minutos e irme a pie por Barcelona si lo deseo, es una experiencia maravillosa.

Aunque ese motivo ya explica el 80% de mi decisión, hay otros factores: el primero es que, aunque muchas veces utilizo in-ears, el resto de ocasiones no me molesta sonar un poco diferente por los monitores que hay en cada sala. «Diferente» significa que estoy un poco a merced del carácter del monitor: más grave, más hueco, o más agudo, según el modelo.
Pero nunca me ha perturbado: los rasgos esenciales de mi sonido — la cantidad de saturación, mis efectos, el contraste interno entre mi paleta sonora — están intactos, con lo cual, toco cómodo. Es más, a veces pienso que sonar un pelín diferente de un día a otro añade algo de variación al trabajo que no me resulta desagradable. A malas, muchas veces el envío de monitores se puede ecualizar un poco.
Más preocupado estaría, en todo caso, por cómo se está tratando mi sonido saliendo por PA, pero incluso en eso soy flexible y confío en el criterio del técnico para hacer que la mezcla encaje.

Por qué podrían serlo para ti
Sin embargo, las pantallas FRFR podrían ser para ti: no es lo mismo vivir en Barcelona, donde hay cientos de actuaciones cada noche a las que acudir en transporte público, que vivir en otra población donde para tocar hay que desplazarse igualmente en coche. Ahí la ventaja del transporte queda anulada, y no cuesta nada tener una FRFR en el maletero.
O tal vez podrían ser para ti porque para ti sí sea incómodo tener que adaptarte a que tu sonido pueda variar de un día a otro. No solo es totalmente comprensible, sino que es una de las quejas más comunes de aquellos que tocan por línea. Así que no estarías solo en eso.
Usar multiefectos no va solo de ahorrar peso: también va de tener muchísimos sonidos diferentes y metamorfosearse entre ellos muy rápidamente. Para eso, es posible que el ampli tradicional no sea óptimo, mientras que la FRFR fue diseñada para eso. Si no quieres perder la sensación de tener una fuente de sonido propia y confiable sobre el escenario, pero a la vez quieres aprovechar toda la paleta sonora que un multiefectos puede darte, la pantalla FRFR puede ser la respuesta.



Más sobre pantallas FRFR
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2 respuestas a “Por qué las pantallas FRFR no son para mí (pero podrían serlo para ti)”
Yo, incluso añadiría lo siguiente:
El término FRFR, es algo que atiende a un concepto más teórico que práctico debido a que juega un papel muy importante el entorno ambiental de uso, es decir, dependiendo del lugar de uso, estos monitores sonarán de manera diferente usando el mismo preset, ya que no es lo mismo usarlo al aire libre que en una sala de ensayo, un escenario, un suelo de madera, o de hormigón.
Un FRFR no es más que un monitor autoamplificado de mayor o menor calidad en función del precio, esto último es importante porque si quieres comprarte algo que reproduzca tu procesador, se te amplia el mercado sabiendo que cualquier monitor te servirá y no te fijarás en lo que solo ponga FRFR, que para mí, no es más que unas siglas comerciales para que te fijes en ellos y no cuentes con la opción de pillarte un monitor DAS o un QSC que son de alta calidad.
Lo más ligero es poner un pedal de esos con etapa de amplificación al final de la cadena de pedales o detrás de tu procesador, y de ahí a un cab de pino con un cono de neodimio de 2 kilitos… Suena más como un ampli y te quitas de IRs que es algo que le come el coco a mucha gente, aunque puedes darle al técnico una salida con la IR activa y la desactivas en tu salida. Eso es lo más amp like que se puede sonar viajando con equipaje de mano… Aunque coincido con que si hay que correr de un sitio a otro te enchufas a la cuña que haya y te buscas la vida con la EQ en el bolo que tampoco es para tanto. Al final es saber como usar lo que tienes uses lo que uses. Buen artículo! Yo nunca compraría un altavoz cuyo nombre no puedo pronunciar FRFRFR